domingo, 10 de enero de 2016

TRAVESÍA DE AÑO NUEVO: HA NACIDO UN CLÁSICO

Según se acercaba la hora, las posibilidades de nadar se complicaban. Con ese vendaval, desde luego, la única opción ya era el plan C, salir desde La Punta de Castropol, terminar en Figueras y volver en las lanchas, y así nadar con el viento a favor. En el mismo puerto, Rodrigo, el jefe de seguridad, dio el visto bueno con su lado gallego: Si vosotros sois capaces...
La verdad es que todos preguntaban si se iba a salir con la esperanza de que dijese que no. Al ver a los kayakistas preparar sus cachivaches, a Protección Civil maniobrando (¡cinco personas y la lancha) y a los cinco pirados quedarse en bañador, ya no hubo duda.
Con las bolsas de ropa de abrigo en las lanchas, el alcalde dio la salida.
Por mucha costumbre que tengas, la entrada siempre es impactante. A 13 grados es agua muy fría para el humano, pero para el lobo... Otra cosa es sumergir el bañador, el pecho y, sobre todo, la cabeza.
El viento empujaba por detrás, pero no hacía ir tan rápido. Levantaba una olas muy molestas que apenas dejaban sacar la cabeza. La boya intentaba adelantarme y se me enredaba en los brazos. A los diez minutos me la quité y esperé a un kayakista para que me la llevase. Por fin empecé a nadar.
Yo había dado las instrucciones y sabía que había que evitar el tesón, esas islas de arena semisumergidas donde rompen las olas con más rabia. Por eso, cuando rocé el fondo con la mano, me dije: eres tonto. Me puse de pie y me consoló ver a otra docena de tontos intentando correr en vez de nadar. Hacía más frío fuera que dentro, así que volví a tirarme.
La verdad es que llegamos al pantalán de Figueras en un momento; lo único que no era a ese lado del pantalán, como bien había explicado en la salida. Otra vuelta (y otro grupo conmigo) para llegar a la zona protegida. Y por fin nadar, sin peleas contra el entorno, hasta la meta.
Enseguida nos dieron las bolsas, los abrazos, los quehuevos... Cada uno hacía lo que podía para entrar en calor y así poder contar sus anécdotas. En poco tiempo estábamos en las lanchas para volver a Castropol. Como a Pope y a Jacobo les pareció poco volvieron a nado. Habrían hecho dieciocho vueltas más, pero nos esperaban duchas calientes, caldo, empanadas y bollitos preñados, así que se conformaron.
Creo que ese detallazo de El Risón de avituallarnos y dejarnos su terraza cubierta fue uno de los regalos más agradecidos. El viento impidió desplegar las carpas y las pancartas, así que los trofeos, medallas y diplomas de participación se entregaron allí mismo.
Sólo se retiró uno de los participantes, aunque algunos no se presentaron. Entre vuestros comentarios apenas hubo quejas. Para lo mal que se presentaba la jornada y lo que hubo que improvisar, los organizadores quedamos satisfechos. Creo que ha nacido un clásico de las aguas abiertas.






3 comentarios:

  1. Decís que no hubo quejas en vuestra crónica. La organización perfecta y cada uno de los que allí estábamos, mayores de edad, sabíamos a lo que íbamos, a nadie se le obligo y creo que todos gozamos como enanos de estar tan trastornados.Un saludo a la organización y a todos los amigos que compartieron la travesía dándole una normalidad y buen rollo a una prueba que fue dura pero menos en vuestra compañía. Un saludo desde León

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  2. Por si os apetece leer otro relato desde la cola. Un saludo
    http://tortugastrailleon.blogspot.com.es/2016/01/primera-travesia-de-ano-nuevo-ria-del.html?m=1

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  3. Por si os apetece leer otro relato desde la cola. Un saludo
    http://tortugastrailleon.blogspot.com.es/2016/01/primera-travesia-de-ano-nuevo-ria-del.html?m=1

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